El inicio de la marcha, que discurrió a través del centro de Toronto y terminó en el barrio “gay” de la ciudad, se retrasó por una tormenta de verano.
Pero ni la lluvia caída desanimó a centenares de miles de espectadores llegados en su mayoría de Canadá y Estados Unidos pero también de otros puntos del continente americano y de Europa.
El desfile de hoy es la culminación de la “Semana del Orgullo Gay” que durante los pasados siete días ha servido para que la numerosa comunidad homosexual, lesbiana y transexual de la ciudad abra sus puertas y celebre el reconocimiento de sus derechos.
El sábado, centenares de mujeres y decenas de miles de espectadores participaron en la “Marcha de las Dyke”, término con el que se auto identifica la comunidad lésbica.
Desde que hace 40 años el Parlamento canadiense legalizó la homosexualidad, los derechos y visibilidad de la comunidad han experimentando un rápido crecimiento.
Este impulso se aceleró desde que en el 2003 las bodas homosexuales fueron legalizadas en Toronto después de que el Tribunal Supremo de la provincia de Ontario (donde se encuentra la ciudad más populosa de Canadá) declarase inconstitucional definir el matrimonio exclusivamente como la unión de un hombre y una mujer.
Desde entonces, Toronto ha reforzado su papel como punto de atracción de homosexuales y lesbianas de Norteamérica y del resto del mundo gracias a su tolerancia.
La marcha de hoy fue presidida por El-Farouk Khaki, el primer musulmán elegido como comisario del desfile y destacado abogado especializado en ayudar a individuos homosexuales de todo el mundo a solicitar refugio en Canadá por motivo de su orientación sexual y la persecución que sufren en sus países de origen.
Khaki compartió el vehículo que abrió el desfile junto con una mujer heterosexual hindú, un transexual judío y una lesbiana canadiense de origen iraní.
Gerardo Betancourt, activista de la comunidad gay latina de Toronto y director del programa de prevención del VIH/Sida del Centro para Gente de Habla Hispana de Toronto, declaró a Efe que Toronto se ha convertido en un imán para los homosexuales latinoamericanos.
Betancourt dijo que no hay cifras oficiales del número de homosexuales latinoamericanos que viven en Toronto pero señaló que son fácilmente “miles”.
Según Betancourt, para los “gay” latinos Toronto es un “paraíso” donde no tienen que ocultarse como en sus países de origen.
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