Ya basta de las discusiones habituales, aunado a eso le sumamos dificultades sexuales y por si fuera poco rutina y aburrimiento. Día a día las cosas van cambiando en una relación y tristemente no damos cuenta que se tienen visiones diferentes.
Ante estas realidades el día a día poco son las personas que alcanzan a ver la diferencia entre el cielo y la tierra y se les dificulta ver su situación y tomar decisiones.
Hay que decidir qué hacer, y además ¡cuánto antes!. ¿Cuáles son los problemas de fondo que nos tienen en este punto? ¿La solución es seguir adelante y corregir el rumbo o no queda más remedio que seguir cada uno su propio camino?.
La salida depende de cada situación. Una de las tácticas más eficaces para aclararse y salir de este mar abierto consiste en analizar cuidadosamente la realidad que tienen en pareja y no lo que se anhela.
También hay que ver si la relación significa lo mismo para los dos; puede que para uno la pareja equivalga a estabilidad y comprensión, mientras que para el otro la pareja sea sinónimo de pasión, aventura, vivir al día.
Si no hay intereses, objetivos, un plan de vida etc. que se puedan compartir habría que plantearse seguir juntos.
Este es el caso de las parejas eternas, en las que la expectativa de uno de consolidar la relación viviendo juntos se enfrenta a la falta de compromiso del otro.
En cambio, cuestiones como los problemas de comunicación, las desavenencias sexuales, la falta de estímulos y la rutina, con las que tropiezan todas las parejas, pueden resolverse sobre la marcha, sin llegar a la ruptura.
No obstante, a veces es útil tomar distancia de la situación y mantener una separación temporal para darse un tiempo para pensar si se quiere o no continuar con la relación y ver las cosas con perspectiva para aclararse y decidir.
Si después de analizar la situación uno de los miembros de la pareja, se da cuenta que está con una persona tóxica, hay que abandonar la relación sin mayor pérdida de tiempo.
Una persona tóxica es toda aquella que quiere poseer nuestro amor en exclusiva, nos infecta con su negatividad, nos aflige con su actitud o no nos deja crecer, o quien no se muestra contento con nuestros éxitos, pone barreras a nuestros esfuerzos para ser feliz o que como norma habitual, trata de vencernos, disgustarnos, dañarnos o desanimarnos.
De todos modos hay intentar solucionar los problemas, de lo cual puede salir reforzada la relación.
Si los problemas de pareja se deben a la rutina y aburrimiento, hay que tener presente que después del estado de gracia inicial, o enamoramiento, que dura de 5 meses a 2 años, suelen aparecer la rutina y el tedio. Darse mutuamente pequeñas sorpresas y seguir descubriendo las facetas del otro, pueden ser buenos remedios para la apatía.
Fuente: Puebla Gay
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