
Hace años que indaga en el terreno de la sexualidad. Cree que esta práctica explica lo que fuimos y lo que somos como sociedad. El escritor Federico Andahazi, entre escéptico e irónico, se detiene en la ausencia de homosexuales entre los políticos argentinos. “Incluso sancionada la ley de matrimonio igualitario pareciera que no hay diputados, senadores, ningún político gay. Es una ley dictada para otros, las minorías siempre son otros”, dice y su sonrisa es una mueca de desconfianza. Pero, ¿por qué los políticos no salen del clóset? “La homosexualidad sigue siendo un tema tabú”, señala. “La condena siempre estuvo muy ligada al poder”.
Con el escritor hablamos de las razones por las que cree que sólo se puede comprender la historia de un país si se conoce la historia de su sexualidad, también comenta por qué se escondió siempre la homosexualidad, menciona los “motejos de gay de Belgrano” y los costos que tuvo para él en ese tiempo, entre otras cosas.
Esta es la entrevista completa con el escritor, para quien tenga tiempo y ganas de leerla. A mí me resultó una charla de mucho interés
-¿Por qué le interesa la sexualidad?
-La hipótesis que rige los tres volúmenes de la historia sexual de los argentinos es que no puede entenderse la historia de un país si se desconoce la historia de su sexualidad, porque los países, igual que todos nosotros, somos hijos de un entramado de relaciones sexuales.
La primera política que establecen los españoles en América es sexual, es el mestizaje. Consistía en unir la sangre de los españoles con la de las mujeres de pueblos originarios (muchas veces, mediante la violación); así, el mestizaje se usó para expandir la sangre española, los apellidos españoles, para enraizar este proceso tremendo que fue el de la conquista.
Mucho más acá en el tiempo, las aristocracias se consolidaron a partir de pactos sexuales entre las familias, para que las tierras quedaran en la menor cantidad de manos posibles hubo acuerdos entre familias, que eran acuerdos sexuales, incluso algunos intrafamiliares en alianzas rayanas con el incesto.
Y, luego, la política de inmigración de [Domingo F.] Sarmiento también descansaba en una suerte de mestizaje sexual: el tan despreciado gaucho…Sarmiento tenía la esperanza de que trayendo inmigrantes europeos se iba a mejorar de alguna forma la estirpe argentina. Todas estas son políticas de orden sexual.
-¿Cómo aparece la homosexualidad en la historia argentina?
-A mí siempre me sorprendió cómo la homosexualidad es lo más oculto de la historia. Pude documentar casos de abusos sexuales de personajes muy encumbrados (los abusos sexuales de Juan Manuel de Rosas hacia una hija adoptiva; un caso de abuso de Roca hacia una mujer que le negó su compañía). Pero, sin embargo, la homosexualidad sigue siendo al día de hoy, curiosamente, uno de los aspectos más ocultos. Incluso, ahora, sancionada la ley de matrimonio igualitario pareciera que no hay diputados o senadores homosexuales. Pareciera ser una ley siempre dictada para otros, las minorías siempre parece que son otros.
Pero hay un caso bastante emblemático que es el de [Manuel] Belgrano, a quien en un tiempo se le puso el motejo de homosexual. De hecho, Belgrano era súmamente amanerado y pude establecer que el primero en endilgarle este mote fue [Manuel] Dorrego, para posicionarse ante los ojos de [José de] San Martín; entonces, se burla de Belgrano, pone en duda su condición sexual y esto le costó el destierro a Dorrego. Ya ves, la homosexualidad estaba muy mal vista, es más, era un delito que podía ser sancionado muy severamente.
-¿Qué cuestiones se ligan a la homosexualidad?
-Está ligada todavía hoy, incomprensiblemente, a la debilidad…también diría que pesa un tabú muy fuerte aún. Me parece que, a veces, esta condena no viene de la gente de a pie sino de otros lugares, porque hay seres muy queridos popularmente, no de ahora sino de hace años, actores, actrices, cantantes, que nunca ocultaron su homosexualidad y el público nunca los estigmatizó. Me parece que esa condena siempre vino de otro lado, siempre estuvo más ligada al poder. No casualmente pareciera ser que no hay gobernantes homosexuales.
-¿Cómo es en otros países de América latina?
-Casualmente estoy escribiendo junto con autores de cada uno de los países la historia de la sexualidad en México, Colombia, de Chile y en esto uno puede ver los matices en diferentes lugares. En México, por ejemplo, es imposible hablar de homosexualidad. De hecho Eugenio Aguirre, el escritor con el que estamos trabajando, me decía que es un tema con el que es imposible meterse, porque es tan fuerte la corporación de personajes encumbrados homosexuales que tienen una familia, hijos, que ocultan su condición que los periodistas que intentaron investigar no tuvieron suerte, a tal punto que varios de ellos han sido asesinados. México es el caso más extremo. Creo que en la Argentina, en relación con otros países, siempre tuvo una actitud más abierta.
Fuente: Boquitas Pintadas










