La población trans, es decir, travestis, transexuales y transgénero, vive en promedio entre 30 y 35 años, según las activistas. El 70% muere a causa del Sida, y el resto por asesinato, producto de la violencia o de operaciones mal realizadas. Así, según una investigación publicada en el libro La gesta del nombre propio ellas son las más vulnerables de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT).
Cada vez que doy con cifras así, que ingreso por un rato a ese mundo condenado a la marginalidad, me viene la novela de Copi, El baile de las locas, que leí hace tiempo. Recuerdo que me impresionó, en su momento, la transformación de Pierre, una travesti que es el gran amor del protagonista de la novela, un homosexual que piensa publicar en un libro sobre la única relación verdaderamente importante en su vida.
De su historia de amor con Pierre, cuenta todo, íntimamente, y desde el principio: “Viví su transformación en mujer, no de manera progresiva sino de golpe”, dice. Y relata esos cambios físicos, y las nuevas amistades de él y los nuevos hábitos, etc.
Más allá de lo interesante de sus narraciones acerca del mundo de las travestis en los años 70 en París, me quedo con el momento en que Copi se refiere, dolorosamente, a la decadencia del cuerpo de Pierre. “Ha engordado considerablemente (…) Desde que no hace tratamientos de hormonas ni masculinas ni femeninas las dos tetas se han hundido, se deja unos grandes bigotes lacios y verdes (…) Es repugnante, pero lo amo”.
Quise compartir este pequeño fragmento de un libro que recomiendo por varias razones: en primer lugar, porque este texto pone en evidencia la realidad que viven las travestis en este proceso de transformación que muchas veces les cuesta la vida (en este caso, en realidad, nos habla de los días finales de quien no pudo sostener esos tratamientos que deben ser de por vida); en segundo lugar, los invito a leer a Copi porque es una modesta manera de empezar a vincular a las travestis con el mundo del amor…una relación bastante poco frecuente para nuestra sociedad, no?
Fuente: Boquitas Pintadas
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