
Entre los gays hay un fenómeno curioso y es la frecuencia con que se dan la amistad y las buenas relaciones con los antiguos novios. Cosa que no ocurre entre los heterosexuales para los que la ruptura suele implicar un distanciamiento total, algo realmente traumático, con un gran componente de odio; es típica la situación de gente que no se vuelve a hablar nunca, o incluso que pasados 15 o 20 años desde la separación se salen de una reunión en la que aparezca un ex.
Probablemente, en los heteros influyan muchos factores, como el tener que pasar por el proceso legal de separación o divorcio, con sus implicaciones económicas, y de reparto de responsabilidades. También está el que se aguanta más de la cuenta y que las rupturas son con un mayor deterioro de la relación previo a la separación debido a que hay una mayor dependencia de las mujeres tanto en lo emocional, como en lo económico y por la presencia de los hijos.
Entre los gays se suele dar de forma menos traumática, sin tantas presiones sociales, económicas o familiares y en cuanto surgen las desavenencias es más factible que se disuelva la relación. Con lo que la carga negativa acumulada es menor y se tiende a recuperar la relación más fácilmente, en forma de una amistad.
La ruptura no se traduce en odio, sino en simple distanciamiento afectivo y sexual, que no impide los sentimientos amistosos. (Aunque hay excepciones en casos de una infidelidad no esperada o algún tipo de traición o violencia)
Lo malo de ciertas rupturas es que no acaban de aclararse en mucho tiempo y llevan a que ambos sigan viéndose o incluso conviviendo, y por otro lado empiecen a tener otra pareja que se ve involucrada en conflictos y tensiones de la anterior pareja.
Por eso es muy importante que cuando uno establece una pareja nueva tenga claro que el otro se haya dado el suficiente tiempo como para que se haya cortado de verdad la relación con su anterior novio. Pues éste puede intentar recuperarle entrometiéndose y boicoteando la nueva relación. A veces con la apariencia de amistad y buenas intenciones.
Hay que establecer verdaderas fronteras con las personas que forman parte del círculo afectivo de la pareja, pues puede haber muchos ex entre los amigos, con el riesgo de que aparezcan situaciones sin resolver, o celos que lleguen a ser tremendamente destructivos.
Puede ser muy difícil para un ex ver como la casa que compartió con su pareja es ahora vivida por otra persona que ha venido a ocupar su lugar, y que utiliza incluso los objetos que compró personalmente o escogió con su novio.
En épocas de crisis de pareja, pueden aparecer antiguos novios como salvadores, como hombros consoladores, pretendiendo hacerse los imprescindibles y así sacarse la espinita clavada que supone que su ex haya preferido a ese otro que ahora le hace sufrir tanto.
El ex tiene que tener claro su nuevo papel en la vida de su antigua pareja, y aclararse con sus sentimientos, lo mismo que viceversa su ex novio. Pues el coqueteo, el pretender recuperar complicidades, el exceso de confianza frente al nuevo novio, son estrategias destructivas tanto para la pareja nueva, como para que sea posible una verdadera amistad entre los dos ex.
Se necesita una gran dosis de madurez y sentido del humor para afrontar esa presencia en la vida de la nueva pareja del ex. Lo mejor es tener una distancia adecuada, que siempre será mayor que la que se tiene con otros amigos, y resignarse a que nunca más se volverán a vivir determinadas experiencias que corresponden a otra época de la vida.
Fuente: Puebla Gay










