La imaginación es muchas veces el motor que mueve al ser humano a evolucionar, pues se inventan nuevas formas de hacer las cosas y de buscar respuestas. La sexualidad no es la excepción, y así estas fantasías permiten que se vaya más allá, que haya siempre distintas formas de hacer el amor y que se busque más placer por diversos caminos.
Pero por cuestiones culturales y de formación, las fantasías sexuales fueron por mucho tiempo relegadas a un rincón, sin que tuvieran mayor impacto en las relaciones sexuales. De hecho, eran reprimidas y se pensaba que eran pecaminosas o malas.
Las fantasías no tienen límite porque la imaginación del ser humano es ilimitada. Inevitablemente, cuando se conoce a una persona que nos gusta, la mente empieza a desarrollar un sin número de situaciones en las que se comparten momentos con esa persona. Y muchas veces el tratar de que esas fantasías se lleguen a realizar es lo que inicia todo un romance. Por otro lado, ya particularmente en la cama, las fantasías pueden ayudar a que se despierte más la pasión o a mantener un encanto que con el tiempo corre el riesgo de perderse. Por eso, los juegos generalmente empiezan en nuestra mente.
La idea es complacerse mutuamente y divertirse, pues el sexo no debe causarnos angustia. Al contrario, el sexo debe ser un deleite y un compartir un momento con la persona que nos mueve... el piso. Así, que esos sueños y fantasías pueden ser el ingrediente perfecto para avivar la pasión.
Las fantasías no sólo funcionan para condimentar la relación de pareja, si no que también pueden mantener tu sexualidad viva cuando no tienes pareja, cuando estás sola, o tu príncipe está lejos. En fin, cualquiera que sea tu caso, la fantasía sexual realmente es una de las mejores herramientas con las que contamos para desarrollar nuestra vida sexual y abrir nuevos horizontes.
Fuente: Lo que un gay quiere ver