La decisión es de la familia biológica del niño, aunque no entienden que la asociación lo haya permitido
«Llevo diez meses roto», dice Baldomero Rodríguez sin poder contener las lágrimas al ver a través de la ventanilla del aeropuerto al niño saharaui de 8 años que él y su pareja acogieron el pasado verano. Pero este año no podrán volver a pasar las vacaciones juntos. Este matrimonio manifiesta que está muy dolido ante la petición de los padres biológicos del pequeño de que en esta ocasión sea acogido por otra familia. «Cuando el niño regresó en septiembre a su casa y el padre se enteró de que somos homosexuales dijo que no quería que volviese con nosotros. Habló como si fuese una cosa que se pegara», explica José Pérez.
Ambos acudieron ayer al aeropuerto de Badajoz porque llegó el primero de los aviones que trae a los niños saharauis desde el desierto de Tindouf a pasar los dos meses de verano en Extremadura con familias de acogida. «Sólo queríamos saber cómo estaba y darle un beso, porque lo queremos como si fuera nuestro hijo».
José y Baldomero indican que el padre es un hombre correcto y culto, que les ha permitido mantener durante todo el año un contacto telefónico con el niño, pero que se ha comportado de un modo cruel. «Nos ha dicho que hablásemos con él por teléfono y que podíamos ir a verlo allí, pero nos advirtió de que no volvería a nuestra casa».
Incomprensión
A pesar de que no comparten la decisión de la familia biológica del menor, este matrimonio se muestra comprensivo hacia la cultura en la que viven. «Sabemos que no es un problema sólo de ellos, ya que en España aún encontramos muchas trabas. Lo único que no comprendemos es por qué la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui ha dejado que esto ocurra, ya que en España los matrimonios homosexuales no son ilegales».
Ante la situación en la que se encuentran, que para ellos roza la intolerancia, esta pareja se ha puesto en contacto con delegaciones de la asociación en otras regiones para evaluar lo ocurrido. «Hemos hablado con representantes de la organización en Asturias y nos han dicho que allí hay muchas parejas homosexuales que acogen a niños y nunca han tenido problemas».
La pareja cree que este es un asunto en el que la Federación tendría que haber intervenido. «Deberían responder con un escrito a la familia, es posible que nos haya tocado una muy conservadora, pero nos sorprende que los padres comiencen a seleccionar de esta manera a las familias de acogida». Así, José asegura que no es la primera vez que se da esta circunstancia, ya que «tenemos conocimiento de que este año a otro matrimonio de acogida se le ha denegado la posibilidad de acoger a un niño porque el padre es parapléjico y está en silla de ruedas».
Por ahora, no se han planteado acoger a otro menor saharaui, ya que la mayoría vienen con las familias asignadas. «Si algún niño se queda sin familia y nos dejan, lo acogeremos», dice José. Pero Baldomero no lo tiene igual de claro. «Un padre puede querer a muchos hijos, pero para nosotros ha sido una situación muy dolorosa y aún lo estamos pasando mal. Por eso este año seguramente no nos haremos cargo de ningún niño». Pese a todo, no tienen pensado tomar ninguna medida para intentar solucionar el tema. «No queremos hacer nada para no causar daño al niño, porque no queremos que él se vea afectado. Es pequeño y no entiende nada de lo que pasa, ni si quiera sabe por qué no puede pasar el verano con nosotros. Su padre no nos está castigando a nosotros, con esta decisión al que más perjudica es a su hijo».
La familia de José y Baldomero le propuso a los afectados ser ella la que acogiese durante estos meses de verano al pequeño. Pero al matrimonio no le pareció la mejor opción para resolver el problema. «Pensamos que ese no es el modo de hacer las cosas porque el niño estaría igualmente con nosotros y creemos que son sus padres los que tiene derecho a decidir y saber con quién se quedan sus hijos». Pedro Martín, responsable del proyecto 'Vacaciones en Paz' afirma que se sorprendió cuando hace unos 20 días la familia biológica le comunicó a la asociación que no quería que su hijo viviese con la misma familia. «Me consta que al niño lo trataron fenomenal y sabemos que mejor que con ellos no iban a estar con nadie, pero ante este hecho nosotros no podemos hacer nada, los padres son los que tienen la última palabra». Galería Llegada de los saharauis
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