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26 de marzo de 2009

El respeto es una exigencia, no un favor

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La hostilidad a personas con orientación sexual distinta a la heterosexual no cesa. Los homosexuales somos atacados, también, por quienes no tienen vergüenza: vagos y delincuentes. La policía es cómplice de vejaciones. Basta ya con las agresiones.

Débilmente manejamos la palabra respeto como si fuera un objeto que podemos utilizar o no. El respeto es un derecho y obligación de todos los ciudadanos, de México y de todo el planeta.

Las hostilidades hacía homosexuales es evidente día con día. Hace ya un mes que yo mismo fui objeto de violencia verbal.


La historia…

El sábado 31 de enero de 2009 visité a mis papás como regularmente lo hago. Ellos han respetado mi condición homosexual desde hace seis años (aproximadamente) que revelé lo, muchas veces, impronunciable en las familias. E insisto en decir “lo impronunciable en las familias”, porque en muchas de ellas, es mucho mejor tener a un alcohólico, drogadicto o ladrón a un homosexual en casa.

Pues bien. Salía de su casa. Mi mamá, tan amorosa, me despide hasta la puerta —y de eso me siento muy orgulloso: tener a mis padres—.

Avancé unas cuantas casas; mi objetivo era llegar a la avenida y abordar un taxi. Justamente enfrente de la tercera casa, pude percatarme de la reunión de los vagos y delincuentes de la cuadra, como es costumbre de este tipo de sujetos. No tomé mucha atención, porque nunca tienen nada productivo qué hacer —desde que tengo uso de razón, así ha sido—.

Caminaba concentrado en alcanzar un taxi disponible, pues ya el tiempo corría apresurándome para no acudir tarde a mi cita. Una voz a gritos pronunció: “puto”. Nadie había en la calle más que ellos y yo. El coraje se apoderó de mí. Volví la cabeza para saber qué barbaján había pronunciado tan ignorante y estúpida palabra. Reconocí la voz cuando miré al patán. Él escondía la cabeza hacia la dirección opuesta a mí, cual nefasto cobarde. ¿Quién resultó ser el puto?

Se llama Luis. Siempre le han dicho “Huicho” por obvias razones costumbristas. No estudia. No trabaja y siempre está en la calle con unos o con otros. Su familia prefiere que se salga a la calle desde temprano a tenerlo como un estorbo. Mucha de la gente de este fraccionamiento lo reconoce como ‘un bueno para nada’. En muchas de las ocasiones a sido objeto de acusaciones anónimas por participar en robos y vandalismo.

Y así lo pronuncio, el coraje me inundó, porque lo gritó en la compañía de tres tipos más, quienes rieron en complicidad. Eso siempre ocurre. Cuando están en conjunto con otros iguales, la valentía se apodera de los cobardes. Sin embargo, al encontrarse solos, no les queda más que agachar la cabeza. Y este individuo es asiduo seguidor de estas acciones: cuando camina solo y yo lo llego a topar, simplemente agacha la cabeza.

A veces no tomo importancia de quienes no aportan nada bueno y productivo a este mundo lleno de violencia y crueldad. Sin embargo, creo que nadie tiene el derecho a insultar a otras personas sólo por el hecho de no ser como los demás.

Pues bien, yo podría insultarlos cada vez que los mire tomando cervezas en la vía pública, o cuando el viento distribuye el olor de la marihuana que fuman, o cuando se centran en una esquina a ver que pase el tiempo y molestando a los peatones, cuando se reúnen para planear disturbios, o por el simple hecho de no tener la preparación académica que yo disfruto... No obstante, soy un hombre con preparación académica continua y, sobre todo, respetuoso de la diversidad humana. Y por ello exijo el mismo respeto para mi persona.

A un joven lo han golpeado fuertemente, le comentaron a mi mamá (por obvias razones no pronunciaremos sus nombres). La razón era tan estúpida, ignorante y simplona como el que el joven allá volteado a ver a los vándalos cuando se encontraba en la misma tienda que ellos. Lo dejaron inconsciente los muy cobardes. Desconozco si tuvo consecuencias graves en su salud.

No, no era homosexual (al menos nunca lo mencionaron). Pero si eso le ocurrió a él, que sólo volteó, ¿qué podría esperarse de los que somos homosexuales? ¿Cómo podría enfrentarme a ese cobarde que se resguarda en los insultos ocultos, en el vandalismo con armas y drogas, en la improductividad que tanto daño le hace a nuestro país, en su familia que no deja de ser su espejo y su escudo? La impotencia es a cántaros.

No, no acudí a denunciar dichas obscenidades. No por cobardía, y mucho menos por descuido. La policía de este municipio (y otros tantos más) del estado de México es corrupta, es infame y prepotente. Hay testimonios reales de la golpiza que los mismos policías le propinaron a una pareja de lesbianas. Simplemente las amenazaron y tuvieron que irse del lugar donde vivían. Para mí, es deshonroso, denigrante, vergonzoso ver a individuos que viste el uniforme de la policía y sólo sean unos corruptos, abusivos, nefastos y prepotentes. Eso sí es motivo para ser señalados, no por ser homosexuales.

Las autoridades se convierten en cómplices de este tipo de agresiones que sufrimos los homosexuales al no aprehenderlos. Si la policía es funesta en otros asuntos, más aún cuando se trata de los asaltos a la integridad de los homosexuales, por la grabe enfermedad que los acecha: la ignorancia. Muy a pesar de la ley para contrarrestar la discriminación.

Soy comunicólogo, periodista y escritor. Nunca le hecho mal a nadie; al menos no intencionalmente. Soy buen hijo. Continúo preparándome en el ámbito de las comunicaciones. Estudio idiomas. Escribo para diversas revistas nacionales e internacionales. Tengo un currículum respetable y una pareja sólida. Y soy objeto de agresiones de quien no espera nada de la vida más que violentar y robar a las demás personas, de un bolsón esperando que los demás trabajemos para que él tome el dinero que nos costo y así poder vivir.

Es verdaderamente una más de las tantas injusticias volcadas en quienes tenemos la inclinación afectiva y sexual hacia nuestros iguales de sexo. Algo tenemos que hacer ya.

Cuando ocurren las embestidas tan necias como la que fui objeto (y muchos de los que ahora me leen), me pregunto ¿Por qué si uno es productivo en la sociedad tenga más peso las agresiones de quien sólo es considerado una lacra en todos los sentidos?



Fuente: Anodis


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