Parpadéale a las Colas Machas

Obsesivos por los tamaños ¡Qué novedad! Pero un puñado es fanático de otra parte masculina. Llámala como quieras - cola, trasero, pompas - tus aventuras de ensueño podrían estar aquí.

La cola está, sin duda alguna, íntimamente conectada a lo que conocemos como "sodomía". Así es, entre estas dos fantásticas partes encontrarás la entrada a un mundo paradisíaco. Eso sí, no necesariamente tienes que ser un tipo Activo para adorar un buen par de nalgas.

"Soy un tremendo pasivo", nos confiesa un fanático de las nalgas, "y seguro, puedo notar que siempre hay algo de exitación alrededor del pene, más aún cuando está a punto y listo para entrar. Pero no supera a lo que puedo esperar de la cola de un muchacho".

Quién podría negar la belleza de unas nalgas que se muestran tiesas, en forma, o generosamente carnosas; ¡es como una delicada pieza de escultura! Y cuando vemos un muchacho en el andar, puede ser una poesía caminante. Como bien lo ha dicho un maníatico de las colas: "Me encanta seguirle el paso a un tío por toda la avenida, y ver cómo sus cachetes se mueven y tocan. Muchas veces, el bollo de un tipo no es fácil de percibir a través de sus pantalones, aunque sí la forma de sus nalgas, ¡esta es otra historia! Por esto es que odio la moda de los pantalones holgados - esconden todo lo que está cruzando la espalda baja. ¿Y qué hay con esos ajustados trajes de baño? Venga pues cualquier par de speedos o zungas a toda hora".

La cola de un hombre es una magnífica combinación de dureza y suavidad, estupenda estructura de músculos cubierta por una fina capa de grasa y piel perfumada en testosterona. Es firme a la vez que resistente; un rincón a veces inóspito y prohibido donde husmear. A diferencia del pene, esa contracción que aprendimos a amar cuando niños, destaca por su belleza, forma, curvas y líneas. Es como un día de primavera.

"Lo mejor de ir a un gimnasio", nos dice un conocedor de nalgas, "es mirar por detrás cuando un tipo se agacha para calzarse la ropa interior, o mientras se enjabona en la ducha. Si puedo notar el pelo en su raya, o dar un vitazo al hoyuelo, me pongo muy caliente".

Cualquier clase de cola tiene su propio encanto, ya sea una bomba perfectamente tonificada o una gran masa peluda. Y a pesar que muchos preferimos un trasero más o menos suave, quienes adoran los rincones peludos lo hacen con respetable devoción. Como en cualquier asunto sexual, las colas también son una cuestión de gustos.

Las líneas bronceadas también pueden ser un potencial afrodisíaco; ya que cuando un chico bronceado quita su ropa interior, destapando esa colita albina, es como si el delicioso secreto fuese revelado. Hay otros secretillos para que una cola gane dimensiones y textura. Dietas, afeitado, hacer esas tediosas tijeretas en el gimnasio... todo para conseguir ese culito que tuvimos cuando bebes. Y la ropa interior - sea un slip o un par de calcetines - pueden destacar aún más lo que se esconde bajo los pantalones. (Hay cientos de rumores acerca de actores que rellenan sus partes para seducir con falsas formas frente a las cámaras).

Así el asunto, más allá que el valor de un objeto sexual se mida en centímetros, nunca dejemos de recordar cuán atractivos son un par de nalgas turgentes, ¡échale un parpadeo sino! Hay tanto por hacer con la colita de tu amigo: pellizcarla, por supuesto; además de besarla, apretar, masajear y hasta lamer. Y el más pillo de entre nosotros podrá confesar que en todo el mundo no hay mejor sensación que una cola recién azotada.

Recuerda, la cola es versátil por naturaleza, cuando creíste que ya hiciste todo, siempre puedes jugar con tu hoyuelo y hasta juntar cojones para sentarte encima tuyo ¡si no te cuesta horrores!




Fuente: Gay.com