Agresiones, asesinato, golpes e injurias son la vivencia cotidiana del colectivo LGBT jamaiquino sin que las autoridades pongan freno al abuso.
“Batty boy” (alocado) es el término que se utiliza en la isla caribeña para llamar despectivamente a los gays. Con mucha frecuencia, en Kingston, fuera de locales y fiestas, son atacados a puntapiés, apuñalados y abandonados tras ser golpeados por pandillas homofóbicas.
Ese fue el caso de Sherman, que tras ser agredido severamente fue dejado en una calle en calidad de muerto, por sus atacantes, quienes le habían provocado cortes profundos en pecho, cara y espalda.
Sherman es activista y dice que al dar las cinco o las seis, su corazón se acelera ante la idea de salir rumbo a su casa. Sherman, de casi 36 años, trabaja con el único grupo en pro de los derechos gays de la isla en un local clandestino. No accede a dar su nombre completo por miedo a los actos de represalia.
En su propaganda turística, el gobierno de la isla antillana proyecta tolerancia y una actitud “gayfriendly”, sin embargo la realidad que enfrenta el colectivo de la región es muy distinta: es uno de los lugares del Caribe con la tasa más alta de homofobia. Los gays, sobre todo los de bajo nivel socioeconómico, son objeto de abusos de todo tipo.
Las leyes de Jamaica, herencia colonial británica, prohíben la sodomía tanto en la isla como en otras diez antiguas colonias caribeñas. Situación muy semejante a la que se vive en la India y de la que ya hablamos en UniversoGay.
Los agresores, muchas veces, son agentes policíacos, por lo que resulta difícil determinar cuántos casos de ataques contra gays se perpetran, al cubrirse por la corrupción y los malos manejos. Baste decir que la homofobia permea todos los niveles de la sociedad jamaiquina.
En Nueva York, al conocerse los altos nivel de homofobia de la isla, se orquestó un boicot en su contra, con manifestaciones en Stonewall Inn, la cuna del movimiento de liberación homosexual en el mundo.
En un informe del 2008, el Departamento de Estado norteamericano, reveló que los gays de Jamaica reciben constantes amenazas de muerte y de ser quemados vivos.
Un Pastor evangélico de la isla, el obispo Herro Blair, declaró entender a los intolerantes dado que son los mismos gays los que, con sus actitudes, provocan los ataques que sufren.
"Entre ellos mismos, son extremadamente celosos" dijo el Pastor en una entrevista "Y provocan reacciones con su comportamiento, porque mucha gente opina que la homosexualidad es desagradable".
En febrero, durante una sesión del Parlamento, el legislador Ernest Smith, del gubernamental Partido Laboral de Jamaica calificó a los gays de "abusivos", "descarados" y "violentos" expresando sus temores respecto a que la política se viera “arrollada” por los homosexuales.
El primer ministro Bruce Golding, días después hizo la promesa de sostener la ley contra la sodomía aplicando penas de hasta 10 años de cárcel. El año pasado, Golding declaró a un reportero de la BBC que nunca toleraría la presencia de gays en su gabinete.
Es tal la situación homofóbica en la isla, que los exámenes médicos que exigen palpación rectal, como el de próstata son evitados incluso por enfermos graves y en etapa terminal de cáncer prostático. El Dr. Tulloch, especialista en el área dice que la sociedad jamaiquina es homofóbica y hay un temor latente de que a alguien se le tache de homosexual por someterse a ese examen.
Ni el mundo de la música escapa a esto: grupos que tocan una mezcla de rap, hip hop y reggae hacen la apología de la violencia homofóbica. Grupos como Bounty Killer y Elephant Man, tocan temas en sus conciertos en los que abiertamente incitan a atacar y golpear homosexuales.
Sherman, que intenta seguir adelante con su vida a pesar del miedo, resume en una frase lo que significa ser gay en Jamaica: “No decírselo a nadie” dice mientras sonríe con amargura.
Fuente: Universo Gay
8 de agosto de 2009