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13 de abril de 2011

El poder de la mirada

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img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;width: 279px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGMcAealqJsLwMn7MI4E0yBc3zFnldWIvfmqXuTyWpt-j8L3ah6yFao6J1uc9NhUTQw8H3za8nyt_J8b3XZMVxBai4AXng_aW_hnL6-xQVXsKzr_BK8llUwvGYzmC24bjbUc_fw58JdvDY/s320/novios2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5595158704037810082" />Entre los misterios de la seducción hay muchos recursos disponibles: la voz, una sonrisa, la actitud, una pose… Pero ninguno de ellos alcanza el impacto del instante en que dos miradas se cruzan. Y si ese cruce es el primero, entonces el efecto se potencia y la mirada se vuelve poderosa. Habrá quien logre sostenerla y habrá quien desvíe la suya, o porque no se anime a disfrutarla o porque directamente la rechace. En este juego de miradas cruzadas, ¿cómo reaccionan los gays y cómo las lesbianas?

Los varones gays lo sabemos muy bien. En un boliche, en un bar, en cualquier lado, en realidad, cuando dos hombres extraños cruzan sus miradas… ¡otra que la central nuclear de Fukushima! Y es raro, porque sin mediar palabra los dos ya saben que ahí puede pasar algo. Creo que la clave no es tanto “cruzar” la mirada, sino “sostener” la mirada. Y es que el cruce de miradas se me antoja que puede llegar a ser algo más casual, incluso accidental. Quiero decir, dos chongos pueden cruzar su mirada sin proponérselo, pero sostenerla por unos instantes, interrogando y desafiando al otro…, bueno eso ya son palabras mayores.

La mirada sostenida puede en ocasiones sintetizar un extenso diálogo. Podría decirse que es algo telepático: luego de ese mágico instante los involucrados ya sabrán quién es activo, quién es pasivo, hasta la edad y la marca de crema para peinar que usa el otro. Ok, tal vez exageré un poco, pero lo que estoy tratando de dejar en claro es que ese momento es realmente poderoso.

No me consta, sin embargo, que entre las mujeres lesbianas exista tal intensidad. Según me cuentan mis amigas, más bien suele pasar lo opuesto. Parecería que a las chicas les cuesta un poco más ese primer contacto visual en público. Reitero, no estamos hablando de un contacto accidental. Sino de buscarse con la mirada, de expresar interés y reclamar una respuesta.

No es que las chicas no se miren. Se miran. Pero cuando la otra no está mirando. ¿Se entiende? Hay un “relojeo” que detecta la mirada ajena pero no se anima a enfrentarla. Supongo que lo que en realidad sucede es que el cruce intenso que describimos para los varones tarda un poco más en el caso de las chicas. Porque convengamos que si nunca se miraran, morirían de castidad.

Esta supuesta dificultad del contacto visual lésbico no deja de llamarme la atención, fundamentalmente porque la mirada femenina es mucho más efectiva, en las cuestiones de la seducción, que la masculina. ¡Chicas, pónganse las pilas, por favor, que se están perdiendo de algo!

Por último, convoco a seductoras y seductores de mirada intensa a que posteen sus comentarios para confirmar o refutar estas tendencias, o para compartir alguna de sus envidiables anécdotas.







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