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26 de septiembre de 2011

El mismo amor para gays y héteros

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Dicen que la primavera es la estación del amor. Sin embargo, hay muchos que descreen de ese sentimiento romántico que nos aleja del sentido común y nos transforma la cara, instalándonos una sonrisa permanente, casi al borde de la estupidez. A esos escépticos les dedicamos esta primavera y una investigación que demuestra su peor pesadilla: ¡el amor existe! Y sus patrones cerebrales son exactamente los mismos para mujeres y hombres, ya sean gays o heterosexuales.

La investigación se desarrolló en el Wellcome Trust Center (University College London) y estuvo a cargo del profesor Semir Zeki, con la asistencia del programador John Romaya. Se convocó a 24 voluntarios, de entre 19 y 47 años, con relaciones románticas de entre 4 meses y 23 años. Se les propuso reunir seis u ocho retratos con imágenes de su amada o amado, ya sea del mismo sexo o del opuesto, y otras tantas imágenes de amigos, en general. Durante 15 días, los participantes llevaron consigo estas imágenes, que observaban de vez en cuando.

Al término de dos semanas, los voluntarios fueron sometidos a un escaneo de sus cerebros, a través de una resonancia magnética funcional por imágenes (fMRI). Los resultados obtenidos fueron los mismos en todos los casos, ya se trate de un hombre o de una mujer, gay o heterosexual. Ante las imágenes de sus amigos, la actividad cerebral permaneció estable. Sin embargo, ante los retratos de sus enamorados, se iluminaron las áreas corticales y subcorticales del cerebro, lo que indica una mayor actividad de la dopamina, un neurotransmisor del bienestar.

Al mismo tiempo, y siempre ante las imágenes de los enamorados, la actividad cerebral disminuyó considerablemente en la parte temporal, parietal y la corteza frontal, todas áreas relacionadas con el juicio racional, lo que viene a confirmar un viejo supuesto: el amor es realmente ciego.

“El amor es provocado frecuentemente por un estímulo visual y es un estado desconcertante”, afirma el profesor Zeki. “Estudios anteriores han demostrado que a pesar de la complejidad de esta emoción, los patrones del cerebro que se activan al visualizar el rostro de alguien amado son muy pocos; no obstante, las regiones del cerebro involucradas están profundamente conectadas”.

El profesor explicó que debe el enfoque de su investigación a la lectura de la literatura del amor, sobre todo de las obras de Shakespeare, Platón y Dante. Para estos autores, el amor no establece diferencias entre parejas homosexuales y heterosexuales.





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