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27 de septiembre de 2011

Formas diferentes de educar

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Siempre he pensado, y creo que lo habréis podido leer en alguno de mis post, que la educación es una pieza clave para avanzar en la igualdad de todos los ciudadanos por igual. Quizás, con un poquito más de educación a tiempo, no nos veríamos en la obligación de tener que ver casos como el de la aplicación para detectar si tu hijo es gay que mencionábamos en el post anterior.

Y durante este verano, he podido observar un par de, llamémosles anécdotas, que permiten ver lo importante que es educar en el propio hogar en valores de tolerancia y respeto hacia los demás. El primero de los casos, totalmente positivo, es el del hijo del director de una de las revistas en las que colaboro habitualmente. En su perfil del Facebook, el padre comentaba que su hijo le había preguntado si Trancas y Barranas, las famosas hormigas del programa de Antena 3 Televisión ‘El Hormiguero’ eran gays.

El padre, según narraba en su perfil del Facebook, comentó que no lo sabía, pero que probalemente, sí. Y el hijo, que debe rondar los cinco años, le dijo que era una suerte que estas hormigas vivieran en España, porque si las dos hormiguitas eran gays, aquí los gays sí que pueden casarse. La verdad es que la anécdota me pareció de lo más tierno, y me infundió la esperanza de que el futuro podía ser realmente bueno con niños que aceptan la homosexualidad con esta normalidad.

El segundo de los casos, mejor que juzguéis por vosotros mismos. Estaba bajando con mi novio a la playa el pasado mes de agosto, cuando por una calle en cuesta aparecieron un niño pequeño con su papaíto en bicicleta. El hijo, que no podía con semejante cuesta, iba un pelín lento, la verdad, y a su padre, no se le ocurre decirle otra cosa para animarlo a subir que “vamos, que vas más lento que un mariquita de Chueca”.

Ahí, mi novio le gritó algo a este padre modelo, pero así acabo todo. Ellos subiendo la cuesta, demostrando su hombría, y nosotros, con cara de “qué se habrá creído este tipo”. Evidentemente, este niño no está creciendo en un ambiente de tolerancia e igualdad, cuando desde pequeñito ha escuchado como su padre usa la palabra mariquitas en términos totalmente despectivos, asociando homosexualidad a debilidad y falta de hombría.

No sé cuantos gays de Chueca, o de Zaragoza, o de Cádiz, habrá conocido este hombre. Pero desde luego, flaco favor le está haciendo a su hijo educándolo en esos valores retrógrados y antediluvianos. Esperemos que en el día de mañana, niños como el del director de la revista en que colaboro sean mayoría, y los ejemplos homófobos y retrógrados sean un raro ejemplo, al igual que espero que el chavalín que iba en bicicleta y que no podía con la cuesta, sea un poquito más abierto que su padre, y sea gay o hetero, pueda disfrutar de un mundo en igualdad y sin discriminaciones de ningún tipo.



Fuente: AmbeinteG

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