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26 de abril de 2012

No puedo vivir sin ti

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Tipos exageradísimos que afirman que si no ven a su novio un día o no hablan con él por teléfono cada cinco minutos se cortan las venas con una cucharilla de café oxidada. Ellos dicen que es amor. Yo digo que esto es estar loca del coño y lo demás son tonterías.



Un día una amiga mía me miró fijamente a los ojos y me dijo:

—Jo, tía. No sé si voy a dejar a mi novia.

Yo me quedé cariacontecido total. Y no es por nada, es que dos segundos antes estábamos tan tranquilos hablando de Operación Truño y cosas así, y, de repente, a bocajarro, yo que estaba tan a gustito pensando en actores porno con ropa (por variar, desnudos siempre deja de tener su gracia) y va y me suelta algo así. Esas cosas se avisan, coñe, se prepara el terreno, se preocupa uno de poner una música dramática o algo que predisponga el cuerpo. Qué desconsiderada es la gente. 

—¿Y eso, tía? ¿Te ha pasado algo con ella?

—Jo. No. Es solo que… cuando pienso en ella no me duele y cuando no la veo no lo paso fatal. No la echo de menos a todas horas. No sé cómo explicártelo, es como si no sufriera por ella, como si no me desviviera… Tía. Drama. 

—Tranquilízate, tía, vamos a solucionarlo. ¿Tú estás bien con ella?

—Pues claro. La quiero y quiero estar con ella. 

—Entonces cuál es el problema, alma de cántaro: ¿qué no lo pasas mal?

—Algo así. ¿Y si no la quiero lo suficiente? ¿Tía? ¿Y si debería quererla más, super a tope, como en las pelis?

—¿Y qué carajo es lo suficiente? ¿Cuánto es lo aceptable, lo normal? ¿Qué me estás contando? ¿A qué huelen las nubes? ¿Quién soy, dónde estoy? ¿Mande?

Esto que me comentaba mi amiga así, es una duda que surge mucho por ahí, que es muy moda. La gente piensa, y además tiende a extender esa idea para reafirmarse, que el amor, el de verdad, tiene que doler. No hay más que escuchar un disco de Malú o de David de María atentamente para (cortarse las venas de la pena) darse cuenta de que para muchas personas amar tiene que conllevar una angustia existencial muy grande en el pecho, un sinvivir tremendo y, en suma, un sufrimiento que te cagas. Que ya lo sé, que el amor es un sentimiento muy intenso que duele, pero que tiene que doler cuando te hacen una putada, cuando no te hacen caso, cuando te pinchas con los cuernos que te han puesto o cuando te relacionas con mi ex, no cuando te gusta tu novio y éste te corresponde y estáis felices y los corazones se te escapan del ojete a raudales. ¿Estamos tontos? 

Y es que yo creo, de verdad, que hay una enorme confusión entre lo que es estar enamorado y lo que es parecer un maldito psicópata. Que la gente es muy intensa, tía, y se piensa que llevar a cabo determinadas acciones enfermizas es normal, son cosas de enamorados que habitualmente se hacen y, lo que es más importante y dan ganas de perder totalmente el juicio y echar en correr en pelotas por mitad de la calle mientras nos arrancamos a puñados los pelos de los sobacos: son muestras de amor verdadero. Sí, sí, sí, no te lo pierdas, si el tío que te pretende te agobia y te persigue y parece salido directamente de Viernes 13, es que te quiere una barbaridad. Calaaaaro. Por eso la gente hace cosas como…

-Llamar por teléfono a alguien 156 veces al cabo del día y enviarle 765 mensajes de texto. Jo, cari, es que te quiero tanto que te echo mucho de menos y no puedo dejar de pensar en ti. Por eso te quemo el teléfono impidiéndote llevar cualquier atisbo de vida social normal. Porque yo no sé tú, querido lectora, pero para mí es un coñazo insufrible estar manteniendo una conversación con una persona (que tampoco tiene por qué ser profunda, podemos estar hablando de las pelusas que se forman en las esquinas del salón de casa) y que su móvil suene cada cinco minutos porque su novio no para de interrumpir para decir cosas tan relevantes como “me he puesto el calcetín sudado que te gusta”. Coño, que tú dirás que es que tu novio te quiere mucho, pero para mí esto es síntoma de una patología psicológica fijo. Lo mejor es cuando se distraen y no le responden y entonces le forman la de Dios es Cristo porque, "cari, es que estaba preocupado por ti porque llevabas treinta segundos sin dar señales de vida". Superlógico, claro.

-Estar todo el rato hablando de esa persona, en plan monotema. Yo que sé, tú vas y le comentas a tu amigo “me gusta mi camiseta roja”. Y él te dice, “el rojo es el color favorito de mi novio”. O, por ejemplo, “esta sopa esta deliciosa”, y él responde “el otro día comí sopa con mi novio”. O, por ejemplo, “me encantan los chicles que compro en el Mercadona y que tienen sabor a melocotón en almíbar”. Y él responde “¿Melocotones? ¿Así, en plan gordos? Como los huevos de mi novio”. Que el amor es muy bonito nadie lo pone en duda, pero no es necesario estar veinticuatro horas pensando y hablando de tu novio. De verdad, que si durante cinco minutos piensas en otras cosas como, no sé, la canción de las Mamachicho o en cómo Madonna se ríe de nosotros, los gays que compramos sus discos, nadando en una piscina llena de billetes, no va a pasar nada y no va a significar eso que quieres menos a tu novio. En serio. 

-Ponerse celoso hasta del chófer del bus. Oye, es que te ha mirado a los ojos. Jo, tía, qué romántico, tiene tanto miedo a perderte que te persigue por la calle y no deja que vayas solo ni a comprar el pan. Eso es amor, claro que sí, y una desconfianza que lo flipas, por eso no te deja ni a sol ni a sombra. Que digo yo, que lo vivir y dejar vivir a las personas es síntoma de amor. Y de respeto. Por si te perdiste el capítulo de Barrio Sésamo en el que lo explicaban.

-Cruzar la ciudad corriendo mientras llueve, nieva a ratos, hace viento, estamos en alerta naranja, amarilla fosforito y roja, descalzo, con un padrastro en el dedo gordo del pie izquierdo, retortijones y habiéndote dejado la plancha enchufada (con el consiguiente riesgo de incendio) para darle un último beso romántico a tu novio antes de que parta y abandone la ciudad. Maricón, que se va a pasar un fin de semana con su amigo a la provincia de al lado, que en dos días lo vuelves a ver…

En suma, que se puede querer mucho a alguien sin estar en un sinvivir por esa persona, por verla a todas horas, por escuchar su voz a todas horas o por pensar en ella y en qué estará haciendo en este momento a todas horas. Que sí, que suena muy romántico y muy ñoño y a todos nos da una crisis diabética al pensarlo, pero seamos realistas, este estado de ánimo no es sostenible, es un suplicio, es insano y además es una pérdida de energía extrema e innecesaria. ¿Quién carajo ha dicho que la obsesión sea amor? No seáis intensas, niños, que se puede querer también de manera tranquila y pausada, dedicando tu tiempo a otras muchas cosas aparte de chuparle la oreja a tu amorcito y tener relaciones sin que un nudo en la garganta te oprima la respiración todo el día. Estar tranquilo y a gusto no es que quieras menos a tu novio, sencillamente significa que eres una persona normal. 

Y, de verdad, no sé tú, pero yo no quiero que nadie se mate, se desviva, lo pase fatal por mí y me asfixie porque crea que no puede vivir sin mí. Nadie debería morirse por nadie. Ni creerse morir siquiera.



Fuente: Universo Gay

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