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1 de septiembre de 2008

No somos ningún gueto

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Hace seis años, Juan Juliá (Barcelona, 1969) abrió su primer hotel. Hoy ya tiene tres y la Cámara de Comercio LGTB de Montreal le ha otorgado el premio al mejor emprendedor del año. El secreto de su éxito, hacer lo que a nadie se le había ocurrido antes: Juliá es el propietario de la primera cadena de hoteles gay del mundo. Si se hospeda usted en el Axel, en pleno barrio del Eixample, quizá pueda conocerlo.

-¿Hay hoteles homos y heteros?

-El Axel es como cualquier otro hotel. Ofrecemos alojamiento y servicios periféricos como restaurante, bar, spa, piscina... La diferencia está en el ambiente; hemos creado un espacio de tolerancia, de respeto y de diversidad en el que el cliente al
que nos dirigimos se siente cómodo.

-¿Y el resto?
-Somos 'heterofriendly', estamos abiertos a todos. Esto no es ningún gueto. No le pregunto a nadie por su orientación sexual, pero intuyo que el 25% de quienes nos visitan son heteros. Entre los clientes de negocios más y cuando hay ferias quizá el 90%. Ofrecemos un buen servicio y el profesional lo valora.

-Algún cliente se habrá sorprendido de estar en un hotel gay.

-El primer año estaba por el hall, me gusta charlar con las personas que se alojan aquí, y veo a un señor con sotana en el mostrador. Creo que la agencia le gastó una broma. Me acerqué a él y le dije: 'Padre, estamos encantados de que se aloje con nosotros, pero quizá el Vaticano no esté muy de acuerdo con nuestra política'. Era un hombre muy educado y agradeció la posibilidad de que le deriváramos a otro hotel. Pero es la excepción que confirma la regla.

-¿Cómo se le ocurrió abrir Axel?

-En los negocios, o atacas a todo el público o buscas un nicho que no esté atendido. Como miembro de la comunidad gay me interesaba ofrecer un espacio en el que te pudieras sentir cómodo. Había hoteles 'gayfriendly', pero que la política de la empresa sea tolerante no implica que los empleados la compartan.

-¿El personal del Axel es homosexual?

-No necesariamente.

-Gay y caro son dos palabras que parecen ir cogidas de la mano.

-No somos un hotel de lujo. Cualquiera que entre en la web puede ver nuestros
precios. Nos gusta dar fiestas elegantes y el restaurante tiene muy buena relación calidad precio. No tenemos las instalaciones del Ritz, pero algunos clientes, que acostumbran a dormir en cinco estrellas, se sienten más cómodos con nosotros.

-Porque nadie les mira.

-Exacto. Cuando viajas con tu pareja puedes encontrarte en situaciones incómodas. Algunos clientes te cuentan que, en plantas club de grandes cadenas, por estar con su pareja cogidos de la mano los demás clientes no les miraban demasiado bien. Aquí no te das cuenta.

-¿Le ha afectado la Ley del matrimonio homosexual?

-El matrimonio, homosexual o heterosexual, no es que pase por su mejor momento, ¿no? Hemos tenido bodas y cada vez se anima más gente, pero no afecta al día a día.

-¿Está usted casado?

-Vivo en pareja.

-Han abierto hoteles en Buenos Aires y en Berlín. ¿Cómo ha sido la experiencia?

-Buenos Aires no fue fácil. Latinoamérica es todavía una sociedad machista, aunque la capital argentina sí sea una ciudad abierta. Fue un reto y nos gusta poner nuestro granito de arena. Todo negocio homosexual tiene un componente de reivindicación de derechos. Aunque no podemos ir por delante de la sociedad, como mucho a la par.

-Y en Barcelona, ¿qué dicen sus vecinos?

-Nos hemos integrado. Al principio, la gente estaba a la expectativa pero, cuando vieron que nuestro turista gastaba dinero en el barrio y que no éramos una cosa rara que organizaba fiestas continuas, quedaron encantados. Algunas organizaciones dentro del colectivo pensaban que esto sería un gueto, pero hemos demostrado que no.

-¿Qué supone el premio recibido?

-El día a día ya es muy reconfortante, pero siempre gusta. Viene a decir que todo vale la pena.





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