Hola, Bienvenido a OPEN YOUR MIND!



Si tienes alguna duda, mandame un mail!

¡Suscríbete a OPEN YOUR MIND!

Recibe en tu correo las últimas noticias del site. Sólo ingresa tu correo para suscribirte.

4 de diciembre de 2008

Matrimonio y discriminación

0 Comentarios
De los escasos estudios que se poseen, sabemos que no hay diferencia entre los hijos criados por una pareja heterosexual y los criados por una pareja homosexual. Y, obviamente, no todos los hijos de las parejas heterosexuales resultan heterosexuales.

Restringir el matrimonio a parejas formadas por personas del mismo sexo violenta la igualdad jurídica de “el varón y la mujer” establecida en el artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos donde se señala que ambos “son iguales ante la ley”.

Uno de los argumentos centrales para hacer tal restricción, posiblemente el principal, es que el matrimonio formado por una mujer y un hombre es el espacio "ideal" para la procreación de hijos (la señora Paz Cueto afirmó en el periódico Reforma el pasado 21 de noviembre que "la unión heterosexual sigue siendo la única forma de tener hijos comunes").

Sin embargo lo anterior es muy debatible. Bosquejaré porque lo creo así.

El matrimonio, desde el punto de vista jurídico que es el que interesa aquí, es un contrato jurídico entre dos personas. Dicho contrato otorga derechos y obligaciones a los contrayentes, derechos y obligaciones que en su mayoría no dependen de los hijos.

Pero, ¿qué papel juega la procreación en el matrimonio? Obviamente no es necesario un matrimonio para tener hijos. Aún más, las tecnologías reproductivas actuales posibilitan tener hijos sin tener pareja. Y siempre queda la posibilidad de adoptar.

No todos los matrimonios tienen hijos. Si el contrato matrimonial dependiese de la procreación o al menos de la posibilidad de ella, podrían anularse los matrimonios de parejas infértiles.

Los grupos conservadores han construido un mito en torno al matrimonio, dotándolo de una historia que no tiene.

El matrimonio que conocemos es bastante reciente, moderno. En la Edad Media era un instrumento para administrar bienes y alianzas, cuando los había. De ahí que entre la mayoría de población estuviese poco acostumbrado.

¿Y el amor? Pues no jugaba mayor papel. Aparece hasta el romanticismo en los siglos XVIII y XIX.

No todas las culturas poseen el concepto de matrimonio o éste cambia con respecto a la concepción occidental.

Por lo tanto la Humanidad no ha dependido del matrimonio para su supervivencia o no es mejor que antes de que existiese.

De los escasos estudios que se poseen, sabemos que no hay diferencia entre los hijos criados por una pareja heterosexual y los criados por una pareja homosexual. Y, obviamente, no todos los hijos de las parejas heterosexuales resultan heterosexuales.

Sin embargo, el matrimonio otorga prerrogativas a las parejas heterosexuales que deseen contraerlo, prerrogativas encaminadas a la construcción proyecto de vida común.

¿Por qué las parejas del mismo sexo están vetadas para dichos privilegios?

Si el matrimonio no depende de la procreación ni la procreación del matrimonio, ¿debe reservarse el privilegio de llamar matrimonio sólo a los contratos entre parejas heterosexuales?

Por lo pronto la ausencia del matrimonio para cualquier pareja, sea o no del mismo sexo, constituye por lo anterior una violación a la igualdad jurídica entre mujeres y hombres.


Fuente: Anodis


Gracias por leer la nota, ahora puedes hacerme una pregunta, o simplemente dejar tu comentario a cerca de la nota.
Tu comentario es importante.
Muchas gracias y hasta pronto.