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11 de septiembre de 2009

Quiero que venga de nuevo

4 Comentarios
No cabe duda que estar enamorado incita a la evocación constante de esa persona que deseamos. Sin contar hace cuánto se conoce, no importa nada salvo recordar todos y cada uno de los momentos a su lado. Aquí una reflexión al respecto.

Quiero que venga de nuevo, que cruce la puerta de mi casa y se quede conmigo. Quiero agarrármele fuerte del cuello y tomarme su olor, para llenar esta sed que no se acaba y que me lleva a pensarlo de noche y de día.

Tengo hambre de su cara, esa que beso sin cansarme, que me como despacito sin llenarme. Tengo ganas de tragarme su pelo a mordiscos suaves. Tengo ganas de tocarlo para cerciorarme de que está ahí, de que existe junto a mí.

Quiero besarle los ojos, la boca, rozar su nariz con la mía, y repetirlo de nuevo, una y otra vez, para aprovechar este pedazo de tiempo en el que creo que me pertenece tanto.

Quiero aspirarlo todo, para grabármelo en la cabeza, para robarlo y meterlo en mi memoria, para estar seguro de que me acompañará cuando se vaya. Quiero sentir sus piernas sobre mí, quiero que me agarre con ellas, que no me deje salir.

Quiero que me preste sus pies por un ratito, para calmar este bendito fetiche que me lo clava más allá de mi consciente, y que me lleva a comerme sin mesura sus pasos, a besos no contados, porque son muchos. A mirarlos sin cansancio, mientras estimulan mis ganas, cuando caminan descalzos por ahí.

Quiero escucharle el ombligo, morderle las manos, comerme sus dedos. Quiero que se tienda encima de mí, para grabarme su peso y ponerle una cifra a esta falta que me hace cuando no está, para que no parezca incontable, ni muy larga, ni muy honda.

Es cierto, ya me hace falta, sin contar hace cuanto lo conozco, me hace falta. Más allá de la delicia de su lengua, del gusto por aprisionarme entre sus piernas.

Más allá de las ganas de guardarlo por un rato hasta que se desvanezca cansado sobre mi cama.

Más allá de eso, me genera un estado de contentamiento que no busco explicar o justificar en números de calendario, pero que me lleva a extrañarlo y a sentir ganas de él.

Seguramente se me atravesó tanto porque me siento cómodo a su lado, porque soy yo sin artificios, invitado por su “él” tan libre.

Y cuando se es, simplemente, sin tantas pretensiones, es más probable que esa sed por el otro aparezca, que se reproduzca el deseo de entregarle un espacio en el pecho, aquí adentro, donde se siente algo saltar cada vez que él cruza la puerta de mi casa.



Fuente: Anodis


4 Comentarios:

  1. la reflexion es buenisima la verdad y se la dedico a un persona especial CESM cuando lei este articulo siempre desee algo como esto donde quiera que estes TE DESEO LO MEJOR.

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  2. Vladimir: Gracias por compartir este texto. No cae para nada mal el que, de vez en cuando, nos tomemos un espacio para reflexionar sobre las emociones y su efecto en nosotros. ¡Me encantó! Tu colega en Anodis: :)mar S.

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  3. "Siempre se extraña al ser ¿amado y deseado?" ¡POR FAVOR! Eso no pasa ni en la "COLORINA". ¿De verdad creen, que un actor porno gay famoso "extraña" a su antiguo amado cuando fue sustituido por otro?

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  4. me encanto, sentí cada palabra, y las siento en carne propia

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