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1 de septiembre de 2010

EE.UU.: Parejas gays adoptan la costumbre de tomar apellido del cónyuge

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En octubre de 2008, apresurándose antes de la prohibición de matrimonios gay en California, Chloe y Frankie Frankeny se casaron legalmente en San Francisco con una decisión ya tomada: Chloe había tomado el apellido de su esposa dos años antes.

"Fue la única forma que tuvimos de encajar en un papel tradicional que todos pudiesen entender", dijo Chloe, editora de un portal de moda en la internet. "Cuando le dije a mi padre que yo iba a tomar el apellido de Frankie él se sorprendió, porque yo definitivamente me considero feminista".

Con la batalla sobre la prohibición de matrimonios gay en el estado posiblemente encaminada a la Corte Suprema de Estados Unidos, es muy probable que más parejas homosexuales hagan lo mismo. Para las Frankeny, el cambio de nombre no va a otorgarles mágicamente todos los derechos de matrimonio negados a las parejas gay, pero fue una forma más de expresar su unión. Es un símbolo que resulta más importante ahora que la legalidad de los matrimonios homosexuales está en el limbo en California, y para aquellas parejas que no tuvieron tiempo de casarse.

Logísticamente, el cambio de nombre para las parejas gay no es siempre algo tan simple como mostrar un certificado de matrimonio, la prueba requerida en los matrimonios heterosexuales. Emocionalmente, es una jornada de dedicación y amor, y una forma de aliviar ansiedades.

Kirsten Palladino, que dirige la revista cibernética Equally Wed (Igualdad Matrimonial) cambió su apellido, Ott, por el de su compañera María el año pasado, sin el beneficio de una unión aprobada legalmente en Georgia. Ella dice que está viendo a más parejas acudir a la corte para cambiarse los apellidos.

"Nos hemos fortalecido y estamos expresándonos de esta forma", dijo Palladino, de 32 años. "Nada puede impedirnos que tomemos el apellido de nuestras parejas, incluso si no podemos obtener un certificado de matrimonio".

Luego de cinco años juntas, las Palladino se casaron en una mansión en Decatur, Georgia. Kirsten se volvió Palladino luego de colocar un anuncio en el periódico con sus intenciones una vez a la semana durante cuatro semanas y comparecer ante un juez, de la misma forma en que otras personas que se cambian formalmente de nombre por razones que no sean matrimonio deben hacerlo.

"Yo estaba nerviosa. No sabía cómo el juez iba a reaccionar, pero él fue excelente. Personalmente, yo tuve que lidiar con algunos problemas de identidad posteriormente, pero formar una unidad familiar con mi esposa lo supera todo para mí", dijo.

Kathryn y Heather Kraft de Newton, Massachusetts, acaban de celebrar 12 años juntas y tienen una bebé. Se casaron en una iglesia hace cinco años vestidas de blanco luego de obtener la licencia bajo la ley de matrimonios gay en su estado.

¿Cuál apellido escogieron? Kathryn dice que escogieron su apellido, Kraft, en lugar de Cole, el de Heather, "porque nosotras somos muy cercanas a mi familia y yo quería añadir eso a la familia de forma evidente". Ellas consideraron combinar los apellidos en una forma que "representase los antepasados de las dos", pero al final optaron por la forma tradicional. Cole es ahora el segundo nombre de la familia, incluso de la bebé Esther.

Hacer el cambio con el certificado de matrimonio no fue problema para Heather, hasta que trató de obtener un pasaporte estadounidense antes de un viaje a Europa. "Nos sorprendió cuando le negaron la solicitud a Heather", dijo Kathryn. "La oficina de pasaportes no reconoció nuestro certificado de matrimonio como prueba e insistió en que teníamos que ir ante un juez para cambiar el apellido".

Luego de seis meses, le entregaron un pasaporte especial que la identifica con ambos apellidos. "Es un pequeño detalle que no se nota en el pasaporte, pero el proceso fue largo y un recordatorio innecesario de que las cosas no son exactamente iguales para nosotros", dijo Kathryn.

Jason y Anthony Cline se casaron en 2001 en una ceremonia en un hotel en su natal Indiana, donde los matrimonios homosexuales no son legales. Pensaron en irse a un estado donde su unión fuese legal, pero decidieron no hacerlo, sabiendo que regresarían a su casa en un suburbio de Indianápolis sin ese reconocimiento.

Jason, de 33 años, se cambió el nombre legalmente, pasando por el proceso de notificación en periódicos y respondiendo a preguntas de un juez, como lo hizo Palladino.

"El proceso pareció frío, pero nos ayudó a probar nuestra relación a nuestros amigos y familiares, quienes quizás no eran tan avanzados en sus opiniones sobre el tema. Ayudó a solidificar nuestra relación ante la gente que conocíamos y ante el mundo", dijo. "Inicia una conversación, narra una historia".

Chloe Frankeny ve otros resultados prácticos del cambio de apellido, incluyendo prueba de lazos familiares en caso de emergencia médica.

"Con el mismo apellido pudiéramos decir que somos hermanas", dijo. "Todos hemos oído de casos en los que parejas son mantenidas separadas en salas de emergencias. Ésa es una precaución que queríamos tomar".


Fuente: Frecuencia Gay

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