
El estudio muestra que el tiempo medio que las facultades dedican a contenidos que tienen que ver directamente con la población LGTB es de solo de cinco horas, aunque existe una gran variabilidad. No son pocas, de hecho, las que ni siquiera abordan el tema. “Cada vez que un paciente acude a un nuevo médico, tiene que salir de nuevo del armario. Hay mucho temor sobre como se va a desarrollar el proceso. El miedo a la discriminación ha hecho que mucha gente deje de acudir al médico, y algunos nunca vuelven“, ha declarado el doctor Mitchell R. Lunn, de la Facultad de Medicina de Harvard y autor principal del estudio.
Como aspecto positivo, Lunn ha destacado la muy alta tasa de respuesta de las facultades a su petición de información, lo que a su juicio indica que existe gran interés por la materia.
Necesidades de salud específicas
Estudios previos, a los que ya nos hemos referido en alguna ocasión, demuestran que el temor al que alude Lunn es real. Hace pocos meses un informe del Institute of Medicine de Estados Unidos señalaba que muchas personas LGTB se abstienen de comentar o directamente ocultan a sus médicos aspectos relacionados con su salud por miedo a la estigmatización. Tampoco existen protocolos validados que permitan a los profesionales sanitarios atender las necesidades específicas del colectivo LGTB, como sí los hay con otras minorías (como las raciales).
Entre los problemas de salud cuyo abordaje diferenciado puede resultar conveniente en el caso de las personas LGTB se encuentran, además de la infección por VIH y otras ITS, la adicción al tabaco y a drogas ilegales, el estrés y la depresión o la baja frecuencia con que las mujeres lesbianas se someten al screening (detección precoz) del cáncer de cuello de útero. También los problemas de salud asociados al envejecimiento.
Fuente: Dos Manzanas