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31 de mayo de 2012

Qué buen día hace

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Lo socorrido que es hablar de la meteorología, del calor, de las nubes, de lo que ha dicho el hombre del tiempo o de la buena tarde que se ha quedado en esas situaciones incómodas en las que lo único que queremos es que nos trague la tierra.

El mundo se va a la mierda. No solo por los banqueros, qué va. También por el cambio climático. Se supone que debemos estar concienzados de que en cualquier momento un sol abrasante acabará con todos los habitantes del planeta derritiéndonos cuales helados o que serán los casquetes (polares, se entiende) los que terminarán por derretirse ahogándonos en cantidades industriales de aguachirri contaminada, por poner un par de ejemplos. 
Mucho peor que el cambio climático (donde va a parar) es nuestra vida.Hay situaciones en el día a día de cualquiera que resultan, de base, incómodas. Se trata de esas estupendas ocasiones en las que maldices mentalmente al destino por haberte insertado en medio del berenjenal concreto y entonces sientes esas ganas incontenibles de escapar, de hacer lo posible por que la tierra se abra, te trague y no te escupa jamás. Cuando hablo de este momento, se me viene a la cabeza aquel estupendo episodio de Ally McBeal en el que nuestra querida abogada anoréxica se hacía pequeña y corría entre las patas de las sillas del bar a esconderse. Si la excusa de haberte dejado la plancha enchufada o el potaje de lentejas en la candela para escapar con lágrimas en los ojos de la situación no funciona o te deja con el culo al aire con demasiada facilidad (y esto es algo que no nos podemos permitir, evidentemente, nuestro trasero siempre a buen recaudo si queremos ser mariconas de provecho) existe un método infalible de lo más extendido para desviar la atención: la meteorología.

La meteorología es la mar de socorrida. Siempre se puede hablar del tiempo, del sol que hace, del calor, del frío, de lo que llueve, de lo mucho que nieva en la Antártida o de la tormenta de granizo que te sorprendió una vez cuando tenías veinte años mientras te tocabas con los ojos vueltos en el patio de tu casa (que es particular. Y tú un guarrete). Además se trata de un valor en alza por aquello de que el tiempo cada día está más loco (no sé si esto influirá en la salud mental de las personas pero me da a mí que sí) y nos mostramos la mar de concienciados con el fenómeno según la ocasión. Como muestra varios botones:

Situación 1: Una amiga de toda la vida que ya no te cae demasiado bien pero que conservas única y exclusivamente por inercia y porque de pequeños compartíais bocadillos de nocilla en el patio del colegio (ya se sabe que estas cosas unen mucho) y porque amabas en secreto al chico que le gustaba por aquellos entonces (aunque eso ella nunca lo sabrá) queda contigo una tarde de verano en la que loschorreones de sudor te caen por la cara (y no, no te dan ese aspecto de buenorro pseudodeportista a punto de abrir una lata de Aquarius sino de asqueroso sudoroso. Por eso piensas que hueles mal y no te palpas los abdominales mojados con esmero. Por eso y porque no tiene abdominales, vaya). La buena muchacha te da dos besos y expresa una alegría que no puedes entender (has quedado por puro compromiso, seamos sinceros) y te dice:

Este es mi novio: Feldespato Francisco. Feldesfrancis para los amigos.

Le das la mano tratando de no reírte demasiado por el nombrecito de marras y en una media de diez minutos descubres que Feldesfrancis lo único que tiene de interesante es el nombre. No habla, no dice nada, no mira, no ve, no oye, no fuma, no bebe, no se mueve, no se asquea cuando le toses encima intencionadamente esperando alguna reacción, no se queja cuando le das una patada por debajo de la mesa adrede, no tiene sangre en las venas... ¿Respira? (te mojas el dedo con saliva lo pones debajo de la nariz...no, no está muerto ni es un muñeco hinchable, aunque si lo fuera no te sorprendería): sí, respira. A duras penas.

Mientras tu supuesta amiga te habla sobre lo genial que resulta su pelo ahora que se lo peina con la ralla al lado (y se lo ha teñido, que, por cierto, tiene unas raíces de tres dedos y no es que estés en plan criticón sino observador de la realidad como buen periodista que eres) y temas de conversación igualmente interesantes que solidifican vuestra relación de amistad, tú barajas la posibilidad de que el Feldesfrancis, que es soso de cojones, tenga un bulto enorme entre las piernas y sea eso lo que le ha impulsado a estar con él. Entonces surge el horror: tu amiga anuncia que se va al servicio támpax en mano (la discreción nunca fue una de sus virtudes). Vale, el terror se abre camino: y ahora ¿qué? ¿Qué hago, qué digo, de qué hablo, por Dior? ¿Ahora tengo que hacerme el simpático? ¿De verdad? ¿En serio?

Dejas un silencio esperando e implorando con lágrimas en los ojos que el Felde haga algún tipo de comentario, pregunta, amenaza o declaración de amor (cualquier cosa vale para romper la tensión del momento) y cuando estás a punto de comerte los dedos de los pies (por hacer algo productivo con tu vida, vaya) entonces lo recuerdas. La luz se abre camino:

Uy. Cuánto calor hace aquí ¿verdad?*

*Cuando digas esto no pongas cara de viciosa pervertida si no quieres que se produzca un malentendido insalvable para esa profunda relación que mantienes con tu amiga.

Lo más probable es que el Felde se enfrasque en un monólogo acerca de lo mucho que pega el sol ahora (ni comparación a cuando éramos chicos) y de que para salir a la calle es necesario usar factor 654 como mínimo si no quieres acabar churrascado. Para cuando tu amiga vuelva os hallará enfrascados en una conversación absurda acerca de la sensibilidad de la piel en los tiempos que corren y habrás salvado estoicamente la situación incómoda sin necesidad de cortarte una mano o algo para tener tema de charla.

Situación 2: ascensor. Vecino coñazo que te quiere contar la vida (esto de tener cara de ONG / psicólogo frustrado nunca ha podido ser bueno) y al que solamente respondes cortésmente porque su hijo está como un queso y puede que algún día seáis familia (hay que ir entablando buenas relaciones con el suegro potencial, aunque el hijo sea más hetero que un bar de carretera).

Hay que ver el frío que ha hecho este año, ¿eh?

Sí, sí. Fíjate que yo el otro día me crucé con un pingüino que me preguntó la hora y me dijo con lágrimas en los ojos que era feliz porque por fin había encontrado su hábitat natural...

Entablas conversación (absurda o no, eso da igual), te haces el simpático, el vecino deja de contarte su vida y cuando llegas a tu destino barajas la posibilidad de convertirte en un científico e inventar la teletransportación.

Situación 3: una amiga, totalmente opuesta a la del caso uno, de esas que te conoce como si te hubiera parido y además se vanagloria de ello, te mira atentamente mientras le cuentas que el otro día te cruzaste con el barrendero de tu barrio y te pidió el número de teléfono con descaro asegurando que te quería follar hasta el amanecer (estas cosas que sólo nos pasan a los maricones, que ligamos en cualquier sitio con esa enorme facilidad que nos viene de serie. Los niños normales nacen con un pan bajo el brazo, nosotros con una agenda en la que apuntar los nombres y números de nuestros ligues. O eso es lo que se cree todo el mundo).

Y el tío salido va y me dice que me quiere poner mirando pa Cuenca, que se me veía cara de necesitado y que le diera mi número para un día de estos quedar y dejarme satisfecho. Que iba a estar toda la noche ahí liado conmigo. ¿Tú te puedes creer? Si es que no hay derecho, tía, qué fuerte me parece, es superincreíble, ¿qué he hecho yo para merecer esto?

Y.. ¿le diste el número?

¿Te has fijado en la tarde de playa tan estupenda que se ha quedado para estar en el mes de noviembre?

Y es que, muy en el fondo, tenemos que estar agradecidos de que no se haga ni puto caso de los ecologistas, de que el Protocolo de Kioto sea popularmente conocido como el Protocolo del Escroto, porque es por ahí por donde se lo pasan los políticos que gobiernan el mundo y de que haya tantísima contaminación industrial. Si en el fondo, con esto del cambio climático y de cargarse el mundo, nos están haciendo un favor a todos...


Fuente: Universo Gay

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