
Hoy es uno de esos días en los que, viendo según qué cosas, te acojonas. Tal cual. Piensas¿qué es lo que estamos haciendo mal? Tan mal. Por un lado, alegría por los franceses, que dan oportunidad al matrimonio (inserte aquí el adjetivo que prefiera para referirse a un matrimonio entre dos personas del mismo sexo).
Mientras, en Grecia, los neonazis llegan al Parlamento. Ver a un neonazi en cualquier puesto referente a la política es como ver a un usuario reEeshHhuUuloOon de Tuenti con un sillón en la Real Academia de la Lengua. Pues te pones a temblar temiendo lo peor.
Yo, que suelo tender al catastrofismo (dramaqueenismo, si me apuras) veo un señal inequívoca de que estamos yendo en la peor dirección posible. Si en el país dónde nació la democracia y donde la homosexualidad era el pan suyo de cada día hay unos neonazis con poder, ¿qué será de los demás? Acongojado tengo el orto.
Muchos españolitos, que somos muy de mirarnos el ombligo y creernos mejores que los demás, pensarán que Grecia estaba viviendo unos momentos económicos insoportables y una situación que les ha llevado a votar a unos descerebrados. ¿Tan lejos está España de Grecia? ¿Seguros?
Ayer, Nikos Mihaloliakos, el líder de este partido neonazi, dio una rueda de prensa y ya obligó a los medios de comunicación a ponerse de pie para recibirle. Repugnante. Políticos que se creen por encima de otras personas. Empezamos bien.
Llamadme dramaqueeniano, o catastrofistro, pero yo lo veo muy negrito. Estamos más cerca de Grecia que de Islandia. Pero no queremos acabar de verlo. O aún no han empezado a enseñárnoslo. Cuando pase el Orgullo, si es que Anita nos deja celebrarlo, veremos cómo de europeos y modernos somos.
Nos quedan cuatro años, o menos de ocho semanas, para saber lo que nos espera al colectivo durante el mandato de Mariano y compañía. ¿Quién dijo miedo?
Fuente: AmbienteG