
Lo que hoy os contamos ha ocurrido en Virton, Bélgica, en donde Robert violó y golpeó a su hija la noche que descubrió que era lesbiana. Era su forma de castigarla. De hecho, él siempre ha dicho que lo hacía por su bien “porque no está bien ser gay”. El relato de Francisca narrando las violaciones es tremendo, de modo que lo evitaremos. Y hablamos de violaciones, en plural, porque, desde aquel día, se repitieron muchas veces durante dos años.
Ahora, Robert, el padre y agresor de la víctima, ha sido condenado a cuatro años de prisión y a pagar 5.000 euros en concepto de daño moral. Cabe decir que la homofobia no ha sido reflejada como agravante en la sentencia. Una triste historia que tiene un relativo final feliz… relativo porque, probablemente, cuatro años no hagan olvidar nunca a Francisca el daño sufrido.
Fuente: AmbienteG