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30 de mayo de 2009

LA DISCRIMINACIÓN

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Discriminación es toda distinción, exclusión o preferencia que se basen en motivos como la raza, el color, el sexo, el origen nacional o social, el nacimiento (características naturales) o el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, la posición económica, o cualquier otra condición social (características adquiridas) y que tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales de todas las personas.

Es decir, cuando existe un trato desigual entre personas en relación a cuestiones donde hay igualdad, existe discriminación. Esto nos lleva a pensar que la discriminación es básicamente un acto de injusticia, Y se manifiesta con desprecio, odio, rechazo, ofensas, agresión, demérito o invisibilidad de capacidades y/o un trato despectivo contra un grupo social determinado.

En este punto conviene diferenciar el acto del sentimiento y de la idea.


Cuando hablamos de ideas orientadas a establecer diferencias entre unos y otros nos referimos al estereotipo. La palabra proviene de investigaciones norteamericanas que habían demostrado que los individuos tienen regularmente tendencia a atribuir rasgos en forma de clichés a los diferentes grupos.

Esta tendencia es humana, y deriva de nuestra necesidad de clasificar los estímulos en una categoría para que así podamos simplificar toda la información que el mundo nos ofrece.

Al clasificar, exageramos la semejanza entre miembros de la misma categoría y aun más las diferencias entre categorías. Por eso existen las etiquetas de blanco/negro, hombre/mujer, niño/adulto, indígena/extranjero, etc.

En el transcurso de la convivencia en sociedad es natural que se vayan construyendo estereotipos de los grupos humanos inmersos en ella.

En nuestro país ya nos podemos ir dando cuenta de algunos estereotipos muy claros con los que convivimos. Revisemos las creencias que tenemos acerca de las mujeres, de los discapacitados, de los homosexuales, de los extranjeros, de los indígenas.

Sintetizando, un estereotipo es una idea, una creencia. No un acto. Como se dice en la voz popular, "del dicho al hecho hay mucho trecho".


El inconveniente más serio de los estereotipos consiste en que pueden constituirse en la base de los prejuicios, entendidos éstos como una opinión definitiva y desfavorable acerca de ciertos grupos humanos. Se constituye así en una actitud negativa hacia la diferencia.

Es interesante que los estereotipos con menos cualidades positivas, con menos valores y con más antivalores, caigan generalmente sobre los grupos minoritarios o los grupos excluidos. Así, el círculo de la exclusión se ve reforzado con los prejuicios fundamentados en tales clichés.

Por ejemplo, tendemos a juzgar que un hombre es más inteligente que una mujer, que un blanco es civilizado y un indígena o un negro no tanto, que un adulto tiene siempre más razón que un menor de edad, que los europeos son culturalmente superiores a los sudamericanos, y así podemos ver muchos ejemplos en la vida cotidiana y en la historia.

Los prejuicios no sólo se manifiestan de un grupo hacia otro, sino que las personas individuales los encarnan, ya sea como quien tiene prejuicios o como quien los sufre.

Cabe esperar que la persona con prejuicios tenga una prevención contra los miembros individuales de los grupos prejuiciados simplemente porque pertenecen a él.

La discriminación, a diferencia del prejuicio, es un comportamiento dirigido contra los individuos objeto del prejuicio. Por ejemplo, cuando el conductor de un transporte público no recoge a alguien que parece ser homosexual, porque le desagradan los homosexuales o porque piensa que su presencia en el vehículo molestará a los demás pasajeros.

En el segundo caso, puede decir que él personalmente nada tiene en contra de los homosexuales, pero que para evitar discrepancias con los demás prefiere ejercer una conducta discriminatoria aparentemente sin prejuicio.

También es posible que la expresión de una actitud pueda ser considerada discriminación debido a las molestias y efectos negativos que causa en la persona discriminada, coartando su derecho a ser tratado con respeto.

La discriminación, además de la exclusión que presupone y que puede ser cometida tanto por el Estado como por la sociedad, se manifiesta con desprecio, odio, rechazo, ofensas, agresión, demérito o invisibilidad de capacidades y/o necesidades, un trato despectivo contra un grupo social determinado.

Así tenemos el machismo, la homofobia, el racismo, el antisemitismo, la xenofobia.





LOS CAMINOS DONDE SE ENCUENTRAN LA DISCRIMINACIÓN Y LA IDENTIDAD


Observemos que la discriminación es una característica que se manifiesta con diferente intensidad según el medio social en el que las personas viven, porque cuanto sucede en la sociedad puede influir de hecho y de hecho influye sobre los impulsos de los individuos.

Para que las personas discriminen a otras debe existir la necesidad de hacerlo, y también la correspondiente validación de la conducta discriminadora. De otro modo podría dar pie a una imagen negativa de quien discrimina. Esta validez la encontramos objetivamente en los contenidos del prejuicio, que impulsa a ejercer conductas que vayan acordes a la actitud producto de dicho prejuicio: si consideramos que los indígenas son tontos, los trataremos como tales, invisibilizando sus capacidades.

La conducta discriminatoria, que tiene siempre algún nivel de agresividad, adquiere así el matiz de ser un acto de justicia cuyo fin último es la defensa y la reafirmación de ciertos valores apreciados en tal entorno social: Al confirmar que son tontos reafirmamos nuestra propia inteligencia, marcando la diferencia entre ellos y nosotros.

Ahora, cuando mencionamos la palabra defensa, cabe preguntarnos de dónde viene el ataque que motiva la defensa.


En este punto, tocamos a las puertas de la psicología. A partir del genocidio de judíos promovido por el régimen del partido Nazi en Alemania, connotados investigadores se abocaron a la tarea de buscar una explicación a los hechos increíbles de aquella época. Entre ellos, Adorno, Horkheimer y Fromm, que realizaron un interesante trabajo orientado a identificar los rasgos de identidad característicos de personas que discriminan.


Entre sus aciertos, encontraron que todo el que no ha alcanzado por sí mismo una identidad personal firme, se ve amenazado por sentimientos de duda de sí mismo, por confusión acerca de quién es, una ansiedad perenne de que podría muy bien ser un nadie. Trata de acallar este temor diciéndose a sí mismo "al menos no soy un negro, ni un judío, y esto al menos me hace algo por encima de un nadie".




El estereotipo social le ha hecho conocer que los negros, los judíos y los ancianos, por ejemplo, son portadores de características poco deseables según la escala de valores vigente.

En el afán de probar-se una y otra vez que no posee estas características y que por tanto no es negro, judío o anciano, se esfuerza en remarcar dichas características en los grupos que las portan, redundando la diferencia entre él y ellos.

Estamos en el punto en que la diferencia es poco tolerada. La intolerancia aparece entonces como rasgo de rigidez, de inflexibilidad en aquellos quienes vulneran el derecho de trato igualitario que todas las personas tenemos.

La persona cuya identidad es fuente de inseguridad y duda, de soledad y sentimientos de incompetencia, tratará de superar esta situación perteneciendo a un grupo que, por medio de su prejuicio a los grupos extraños, alcanza un sentido precario de identidad.

Los grupos extremistas como los homófobos, el tristemente famoso Ku klux clan y las pandillas, por un lado; y los hinchas de equipos de fútbol y ciertas sectas religiosas, por otro, ejemplifican la amplia relación subyacente entre la identidad de las personas y la práctica de la discriminación.

Pensamos, sin embargo, que el énfasis dado a esta relación no alcanza a aclarar la dinámica completa del mecanismo que activa la discriminación. Echamos en falta la relevancia que el entorno sociocultural y la situación socioeconómica de las personas tienen sobre la conducta, los afectos y los pensamientos de las mismas.



Fuente: Gay Magazine


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