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20 de agosto de 2011

Maltrato en pareja

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El maltrato se puede dar en cualquier tipo de pareja, ya que tiene su base en la situación de dependencia, sea afectiva , económica o de otro orden.

En el momento en que uno de los dos integrantes de la relación tiene mucha necesidad del otro, puede estar dispuesto a aguantarle comportamientos, que, en una escala creciente, pueden ir desde las molestias, quejas, presiones, invasiones, faltas de respeto, pasando por insultos, descalificaciones, usurpaciones de funciones, hasta la agresión física , las vejaciones y humillaciones más increíbles.

Si hay mucho apego, y dependencia, uno puede estar dispuesto a considerar estas agresiones, como componentes normales de la relación. El que arremete, puede hacer creer que sus agresiones son necesarias porque el otro se lo merece. Le hace una especie de lavado de cerebro, por el que la víctima incluso justifica sus agresiones. O al menos duda de que sean reales, y las conoce y desconoce a un mismo tiempo.

El que victimiza, suele obligar a que el otro calle ante los demás lo que pasa en el interior de la pareja. Le amenaza con abandonarle, o con nuevas agresiones. Y si no lo hace abiertamente, la víctima sabe a que atenerse si no respeta las leyes que le impone el victimario. (Alejamiento afectivo, rechazos a tener sexualidad, expulsiones de casa, insultos, desprecios, humillaciones). Hay una vivencia de que la víctima es una posesión personal, no es más que una parte de sí mismo, sobre la que se puede ejercer un control absoluto y a quién no se le puede permitir ninguna vida propia y autónoma. Y que si se empeña en independizarse está atentando contra la integridad psíquica del agresor, lo que le justifica en su escalada de violencias.

La dinámica del maltrato es una situación perversa en la que entran los dos participantes cada uno con su personalidad, sus carencias, sus necesidades, su historia. Generalmente el maltratador ha vivido situaciones de violencia y maltrato en su propia casa, no siendo extraño encontrar en su pasado un padre alcohólico, o que ejercía violencia doméstica. El sometido tiene una vivencia desvalorizada de sí mismo, una sensación de que carece de ciertos derechos, y una actitud pasiva y depresiva ante su situación vital.

Salirse no es fácil, por todos los condicionantes antes explicados. Lo importante es darse cuenta del alcance del problema y procurar buscar soluciones que vayan a las raices, y que no sean meros apaños que simplemente postponen la solución.



Fuente: Puebla Gay

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